Captura patrones cerebrales anormales en pacientes que tienen el trastorno, pero sus defensores cuestionan su potencial
JUEVES, 14 de octubre (HealthDay News/HolaDoctor) -- Con el objetivo de detectar el autismo a una edad lo más temprana posible en los niños, los científicos están explorando el potencial del uso de imágenes por resonancia magnética (IRM) como herramienta de detección.
El esfuerzo actual, que se centró en pacientes a los que ya se les había diagnosticado autismo, utilizó imágenes por resonancia magnética para localizar áreas del cerebro en los hemisferios izquierdo y derecho que no se comunicaban correctamente. Estos llamados "puntos calientes" son fundamentales para la función motora, la atención, el reconocimiento facial y el comportamiento social, los tipos de comportamientos que son anormales en pacientes autistas.
"Sabemos que los dos hemisferios deben trabajar juntos para muchas funciones del cerebro", apuntó el autor del estudio, el Dr. Jeffrey S. Anderson, profesor asistente de radiología en la Universidad de Utah, en un comunicado de prensa. "Usamos las imágenes por resonancia magnética para analizar la fuerza de estas conexiones de un lado a otro en pacientes autistas".
Mediante el uso de IRM, el equipo buscó las diferencias en los patrones de actividad cerebral en la microestructura del tejido de la materia blanca en 80 pacientes autistas de 10 a 35 años. Se sabe que este tejido, apuntaron los autores, desempeña un papel en la comunicación entre diversas regiones del cerebro.
De hecho, la resonancia magnética detectó déficit de comunicación entre ambos hemisferios del cerebro, diferencias que según el equipo no se encontraron en los cerebros de las personas que no tenían autismo.
Los autores también observaron que, además de un mayor tamaño del cerebro de los niños diagnosticados con autismo, no existen diferencias estructurales aparentes entre los cerebros de los pacientes autistas y los pacientes que no son autistas.
Anderson y sus colegas, que informaron no había conflicto de intereses, publicaron sus hallazgos en la edición en línea del 15 de octubre de Cerebral Cortex.
La información de esta investigación se combinó con la de otro estudio en curso a largo plazo, que da seguimiento a la actividad cerebral de otros 100 pacientes autistas adicionales.
"Todavía no sabemos lo que pasa exactamente en el cerebro autista", señaló la coautora la Dra. Janet Lainhart, profesora asociada de psiquiatría y pediatría, en el comunicado de prensa de Cerebral Cortex.
"Pero este trabajo de investigación añade una pieza importante de información al rompecabezas del autismo", apuntó. "Aporta la evidencia del deterioro funcional en la conectividad cerebral en el autismo y nos lleva un paso más hacia la mejor comprensión de este trastorno". Cuando lo entendemos a un nivel biológico, podemos imaginar cómo se desarrolla el trastorno, cuáles son los factores que lo causan y cómo podemos modificarlo".
El estudio se limitó a varones de alto funcionamiento, así que no permite que los investigadores extrapolen sus conclusiones a las mujeres, los niños más pequeños o personas autistas de "menor funcionamiento", escribieron los investigadores.
Por su parte, Laura Bono, ex presidenta de la Asociación Nacional de Autismo (National Autism Association) de Durham, Carolina del Norte y miembro del consejo de administración del grupo de defensa de autismo "Safe Minds", expresó varias dudas sobre las perspectivas de los diagnósticos por IRM.
"Siempre me complace ver que haya muchas investigaciones en marcha sobre el autismo, y ciertamente no hay ningún riesgo en someterse a una resonancia magnética. "Pero mi pregunta es, ¿hay un beneficio real?"
"Yo diría que si esto nos conduce a, o sí abre, cualquier vía específica de terapia dirigida que pueda ayudar a la comunicación entre el lado izquierdo y derecho del cerebro en ciertos niños para los que ese sea el camino al autismo, entonces debería explorarse sin lugar a dudas", apuntó Bono. "Pero no veo este método como un diagnóstico, porque sabemos que no vamos a controlar al 100 por ciento de los niños de esta forma. Sabiendo que el diagnóstico de autismo consiste en analizar determinados comportamientos, sólo se examinarán los niños ya identificados con problemas que podrían ser una función del autismo".
"Así que si no hay un tratamiento específico para dar seguimiento a los resultados de este tipo de pruebas, será sólo otra prueba costosa más para los padres de por sí abrumados con tantas pruebas diagnósticas", apuntó. "Y en ese caso, lo veo como una pérdida de dinero".
El esfuerzo actual, que se centró en pacientes a los que ya se les había diagnosticado autismo, utilizó imágenes por resonancia magnética para localizar áreas del cerebro en los hemisferios izquierdo y derecho que no se comunicaban correctamente. Estos llamados "puntos calientes" son fundamentales para la función motora, la atención, el reconocimiento facial y el comportamiento social, los tipos de comportamientos que son anormales en pacientes autistas.
"Sabemos que los dos hemisferios deben trabajar juntos para muchas funciones del cerebro", apuntó el autor del estudio, el Dr. Jeffrey S. Anderson, profesor asistente de radiología en la Universidad de Utah, en un comunicado de prensa. "Usamos las imágenes por resonancia magnética para analizar la fuerza de estas conexiones de un lado a otro en pacientes autistas".
Mediante el uso de IRM, el equipo buscó las diferencias en los patrones de actividad cerebral en la microestructura del tejido de la materia blanca en 80 pacientes autistas de 10 a 35 años. Se sabe que este tejido, apuntaron los autores, desempeña un papel en la comunicación entre diversas regiones del cerebro.
De hecho, la resonancia magnética detectó déficit de comunicación entre ambos hemisferios del cerebro, diferencias que según el equipo no se encontraron en los cerebros de las personas que no tenían autismo.
Los autores también observaron que, además de un mayor tamaño del cerebro de los niños diagnosticados con autismo, no existen diferencias estructurales aparentes entre los cerebros de los pacientes autistas y los pacientes que no son autistas.
Anderson y sus colegas, que informaron no había conflicto de intereses, publicaron sus hallazgos en la edición en línea del 15 de octubre de Cerebral Cortex.
La información de esta investigación se combinó con la de otro estudio en curso a largo plazo, que da seguimiento a la actividad cerebral de otros 100 pacientes autistas adicionales.
"Todavía no sabemos lo que pasa exactamente en el cerebro autista", señaló la coautora la Dra. Janet Lainhart, profesora asociada de psiquiatría y pediatría, en el comunicado de prensa de Cerebral Cortex.
"Pero este trabajo de investigación añade una pieza importante de información al rompecabezas del autismo", apuntó. "Aporta la evidencia del deterioro funcional en la conectividad cerebral en el autismo y nos lleva un paso más hacia la mejor comprensión de este trastorno". Cuando lo entendemos a un nivel biológico, podemos imaginar cómo se desarrolla el trastorno, cuáles son los factores que lo causan y cómo podemos modificarlo".
El estudio se limitó a varones de alto funcionamiento, así que no permite que los investigadores extrapolen sus conclusiones a las mujeres, los niños más pequeños o personas autistas de "menor funcionamiento", escribieron los investigadores.
Por su parte, Laura Bono, ex presidenta de la Asociación Nacional de Autismo (National Autism Association) de Durham, Carolina del Norte y miembro del consejo de administración del grupo de defensa de autismo "Safe Minds", expresó varias dudas sobre las perspectivas de los diagnósticos por IRM.
"Siempre me complace ver que haya muchas investigaciones en marcha sobre el autismo, y ciertamente no hay ningún riesgo en someterse a una resonancia magnética. "Pero mi pregunta es, ¿hay un beneficio real?"
"Yo diría que si esto nos conduce a, o sí abre, cualquier vía específica de terapia dirigida que pueda ayudar a la comunicación entre el lado izquierdo y derecho del cerebro en ciertos niños para los que ese sea el camino al autismo, entonces debería explorarse sin lugar a dudas", apuntó Bono. "Pero no veo este método como un diagnóstico, porque sabemos que no vamos a controlar al 100 por ciento de los niños de esta forma. Sabiendo que el diagnóstico de autismo consiste en analizar determinados comportamientos, sólo se examinarán los niños ya identificados con problemas que podrían ser una función del autismo".
"Así que si no hay un tratamiento específico para dar seguimiento a los resultados de este tipo de pruebas, será sólo otra prueba costosa más para los padres de por sí abrumados con tantas pruebas diagnósticas", apuntó. "Y en ese caso, lo veo como una pérdida de dinero".
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