
Los chicos nada más llegar ya dejaron claro que lo que ellos querían era vaguear y disfrutar de un merecido descanso semanal. Hay que decir que el tiempo ayudó, ya que el sol nos acompañó toda la jornada.
Al ser el primer día de playa del año, tampoco convenía abusar, además ya empezaban a gruñirnos las tripas… y como dijo Carlos “nos pusimos morados”.
Y para terminar una fabulosa jornada playera, el clásico del verano: un rico helado que nos metimos entre pecho y espalda, nos enguarramos un poco pero mereció la pena. Y así poco a poco, volvimos a Munguía con una sonrisa en la cara esperando que el verano que ya asoma, nos depare más días como este.
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