Una de las características que suele destacarse en muchas personas con Trastornos del Espectro del Autismo son sus obsesiones. Algunos son grandes especialistas en astronomía, o en dinosaurios, o en trenes, otros son unos dibujantes de primera,… En suma, son grandes sabios en una materia. Y por alguna razón este tipo de interés específico por un tema se tilda de obsesión. Basados en la misma premisa, podríamos decir que Einstein estaba obsesionado por la Física, o que el Doctor Christiaan Barnard estaba obsesionado con los trasplantes de corazón, o que Dalí estaba obsesionado con la pintura. Y sin embargo, en vez de llamarlos obsesos se les ha definido como genios o sabios en su campo.
Este aspecto no deja de ser una forma
más de diluir la capacidad de una persona, de quitar mérito a su
capacidad y conocimientos en una materia, por el mero hecho de tener un
Trastorno del Espectro del Autismo (TEA). Quizá debamos cambiar la forma
de referirnos a estos intereses, posiblemente restringidos y
específicos. Quizás desde el simple punto de vista de la palabra,
obsesión e interés específico no tengan mucha diferencia. Pero sí a la
hora de que nuestros jóvenes salgan al mundo.
Afortunadamente los sistemas de
intervención han avanzado mucho, hace apenas 20 años, un diagnóstico de
autismo era casi una condena de por vida, un gran dependiente. Hoy este
hecho cambia a pasos de gigante y cada día que pasa las oportunidades de
las personas con un TEA son mayores. Pueden desarrollar suficientes
capacidades como para ser independientes en su vida adulta. Estas
capacidades ciertamente en muchas ocasiones se restringen a un par de
cuestiones como mucho. Leo en el “New York Times” una interesante historia acerca del paso a la vida adulta de “Justin Canha”,
de su acceso al empleo y de su gran calidad como ilustrador y dibujante
(Es un largo reportaje, si ustedes dominan el inglés les recomiendo su
lectura). Y cuando lees este tipo de historias, piensas que las vidas de
las familias de personas con autismo tienen todas muchos puntos en
común. Desde la llegada del diagnóstico, el proceso del duelo, la
búsqueda de curas, el paso por las dietas, el abandono de la búsqueda de
la cura, el abandono de las dietas y el inicio de cierta serenidad.
Pero entre tanto nuestro hijo crece y a veces perdemos detalles, esos
que nadie se tomó la molestia en avisarnos, que pueden ser vitales en el
desarrollo de nuestro hijo.
Creo sinceramente que la botánica puede
tener más salidas laborales que la paleontología, o en cualquier caso,
ya tiene dos vías en vez de solo una. Evidentemente, cualquier muchacho
siempre tendrá ciertas preferencias, aunque sean el Béisbol o el Fútbol,
y también es fácil que estas preferencias vayan cambiando con el
tiempo. Pero en el caso de los jóvenes con TEA, estos cambios no parecen
ser tan viables, o al menos no tan evidentes. Conozco el caso de un
adolescente con Asperger que lleva casi un año peleando con la poesía.
Alguien pensó que quizá sería una buena forma de trabajar en los
aspectos metafóricos, figuras literarias, o incluso en aspectos
relacionados con la teoría de la mente. Al parecer la poesía es todo un
reto para este joven con Asperger, pero cada día que consigue entender
algo nuevo, su vida social da un paso de gigante. A su vez, este
muchacho tiene como es obvio ciertos intereses sobre temas que por norma
general son “complicados” para las personas normales y corrientes.
¿Qué diferencia hay entre la genialidad y
las obsesiones? También oiremos que tampoco hay mucha distancia hacia
la “locura”. Pero cuando nuestros muchachos dan el salto a la vida
adulta, empieza un nuevo problema, que es la búsqueda de un empleo,
acorde a sus capacidades y sus particularidades como personas.
Personalmente pienso que ni son genios ni son obsesos, sencillamente le
han dedicado mucho tiempo a un solo tema, y como es lógico, lo dominan a
al perfección. Mi tío adoraba la filatelia, era su afición, podría
pasar horas hablando sobre sellos. Y créanme, no era ningún genio, tan
solo había dedicado miles de horas a estudiar sobre el tema que le
apasionaba. Mi vecina es como el Google de los chismes, sabe a la
perfección la vida y milagros de toda la “Beautiful people”, y tampoco
es ninguna mente privilegiada, pero ese tema en cuestión le apasiona.
Cuando un/a joven con Autismo o Asperger
pasa a la vida adulta se inicia un nuevo modelo de vida, nuevos
problemas, nuevos retos. Disponer de organizaciones y profesionales que
trabajen para ayudarnos en ese complejo cambio es cuasi fundamental. A
veces, la familia no tiene la experiencia, o los contactos necesarios
para poder poner en marcha ese complejo proceso. Que ya de por sí es
complejo, cuando hay autismo por el medio, todo siempre es más
complicado. Ayudarles a saber buscar su lugar es fundamental. En Autismo
Diario se publicó el artículo “Personas con Trastornos del Espectro del Autismo, personas con empleo”,
una introducción a este tema tan importante. Nuestros hijos crecen, y
debemos pensar en qué forma las decisiones que tomamos hoy les van a
afectar en su futuro.
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