El autismo y probablemente otros trastornos del espectro autista (TEA) son mucho más comunes en niños que en niñas. Se calcula que hay 4 niños afectados de autismo por cada niña. Pero en los casos más favorables, lo que llamamos autismo de alto funcionamiento y síndrome de Asperger, la proporción llega a ser de ocho a uno. La explicación más común es que esta diferencia se debe a causas genéticas, como en muchos otros casos de herencia ligada al sexo pero la realidad puede no ser tan simple. Se ha visto que las niñas serían menos afectadas por las variantes genéticas raras que van unidas al autismo en niños mientras que las niñas afectadas tienen pérdidas de ADN (delecciones) o copias en exceso (duplicaciones) lo que suele ir unido a síntomas más graves, lo que dejaría menos niñas en ese grupo con mejor pronóstico. Una segunda explicación es lo que se ha llamado la teoría del “cerebro masculino extremo”, donde el cerebro afectado por el autismo tendría exageradas las características típicas del cerebro masculino y se podría deber a unos niveles anormalmente altos de testosterona en el útero, afectando al feto durante el embarazo.
Un trabajo publicado en la revista Research in Developmental Disabilities por
Copp y Gillberg plantea que los síntomas en el síndrome de Asperger
pueden ser también diferentes en niños y en niñas. Como la mayoría de
los niños afectados son niños, el estudio plantea que muchas niñas con
autismo de alto funcionamiento pueden estar siendo diagnosticadas más
tarde (dos años más tarde de media) o, directamente, no ser detectadas y
no recibir el apoyo que mejoraría su situación y evolución.
La importancia del estudio es que muy
pocas investigaciones incluyen niñas en el diseño (son más difíciles de
encontrar) y aún menos se fijan en las diferencias entre ambos sexos.
Eso hace que se mantengan muchas ideas preconcebidas sobre diferencias
entre niños y niñas e incluso comentarios muy extendidos pero sin un
análisis estadístico o un diseño científico específico sobre las
dificultades para diagnosticar a muchas niñas que pueda aclarar la
situación.
Junto a las dos explicaciones que hemos
planteado antes (causas genéticas y la exposición a testosterona) estos
resultados plantean otra hipótesis para las diferencias en la
prevalencia entre niños y niñas, simplemente que nuestros instrumentos
de diagnóstico no estén detectando a un número importante de niñas
afectadas. De hecho, muchos de estos instrumentos han sido diseñados
trabajando exclusivamente con niños y si los síntomas en niñas son, como
parece, algo diferentes, los tests pueden estar fallando en niñas
inteligentes que sí tendrían un TEA.
¿Cuáles son las diferencias entre los
síntomas de niños y niñas? Los padres de niñas afectadas dicen que a
menudo las preguntas que les hacen no identifican las peculiaridades en
el comportamiento de sus hijas. Al contrario que el criterio típico con
los muchachos, parece que las niñas con autismo están a menudo
interesadas en el juego imaginativo, incluso de una forma obsesiva en
algunos casos. Del mismo modo, una niña con un TEA puede estar
interesada y motivada para formar un grupo social pero no tiene éxito a
la hora de establecer esas relaciones. Es decir, al contrario que el
muchacho que no muestra interés, ella si lo muestra, pero no lo
consigue. Los padres de niñas también señalan con más frecuencia que los
padres de niños que “su hija interactúa sobre todo con niños más
pequeños”. Los padres de niños marcan, por el contrario, con más
frecuencia que su hijo “no tiene amigos íntimos” o que “sus compañeros
le ven como un pequeño profesor”. Los padres de las niñas también marcan
en mayor número “es descuidado con su apariencia física y su forma de
vestir” o es “muy cabezota” (“very determined”) Como vemos, las
diferencias son sutiles pero parecen indicar un mayor interés por la
interacción social en las niñas afectadas, por ejemplo, ya que aunque no
conecten bien con los niños de su edad tienen interés en hacerlo con
niños más pequeños que les permiten establecer las reglas de juego. Las
niñas también “evitan las demandas” en mayor medida que los niños.
Parece que las personas con autismo evitan atender las cosas que les
piden otras personas porque sienten ansiedad si no son ellos los que
controlan las acciones. Las niñas parece que responden de una forma más
pasiva, ignorando la petición, que los niños, que actuarían en mayor
medida “a la contra”. Quizá estos estudios nos ayuden a mejorar nuestros
diagnósticos y no dejar a ningún niño, niña realmente, detrás.
Para leer más:
- Kopp S, Gillberg C. (2011) The Autism Spectrum Screening Questionnaire (ASSQ)-Revised Extended Version (ASSQ-REV): An instrument for better capturing the autism phenotype in girls? A preliminary study involving 191 clinical cases and community controls. Res Dev Disabil. 32(6):2875-2888.
Artículos escritos por Jose Ramon
Doctor por la Universidad de Salamanca. Catedrático de Biología Celular y Director del Laboratorio de Plasticidad neuronal y Neurorreparación del Instituto de Neurociencias de Castilla y León. Ha sido investigador posdoctoral y profesor visitante en la Universidad de Frankfurt (Alemania), la Universidad de Kiel (Alemania), la Universidad de California-Davis (USA) y el Salk Institute for Biological Studies (San Diego, USA). Conferenciante invitado en universidades de España, Alemania, Suecia, Dinamarca, Colombia, Turquía y Estados Unidos. Director de de 15 Tesis Doctorales, 10 de ellas Premio Extraordinario de Doctorado. Ha publicado 9 libros, 28 capítulos de libro y 133 artículos científicos en las principales revistas internacionales de su especialidad. Escribe frecuentemente sobre divulgación científica y el mundo universitario en prensa española (El País, ABC, El Mundo, Expansión,…). http://jralonso.es/
No hay comentarios:
Publicar un comentario