vía cermi.es
Vivir para trabajar o trabajar para vivir, el caso
es trabajar. Es una condición de vida para casi todos, también para las
personas con discapacidad intelectual, o más. Ante la crisis, las ayudas
del Gobierno han contribuido a mantener el empleo de estas personas.
Sin embargo, la escasez sigue acechando y las ayudas no se aseguran, o
no se pagan. En AFEM sólo pueden ver un futuro con incertidumbres.
Para nosotros hay una buena y una mala noticia. La buena es que la Estrategia establece un contenido mínimo que garantiza la igualdad en todo el territorio español y la mala es que no se prorroga la ayuda transitoria del 75% del SMI en el caso de personas con discapacidad con especiales dificultades, que ha estado vigente entre el 10-7-2009 y el 31-12-2011. En este momento, la situación económica requiere que esta medida se mantuviera al menos hasta que la coyuntura fuese otra.
Sin embargo, también están entre sus planes algunos cambios de fondo en el empleo de las personas con discapacidad intelectual ¿Cuáles son?
Lo imprescindible para nosotros, desde 2008, era abordar en serio una modificación del modelo de empleo. Ante la situación de crisis que aparece ese año, nos planteamos dos temas. Por un lado, seguir trabajando en la parte estructural, algo que no pudimos hacer en plena crisis, y, por otro lado, eran necesarias medidas coyunturales para la situación de crisis. De esas dos acciones, sólo se ha llevado a cabo la parte coyuntural, que se salvó.
El problema es que la situación económica no parece que vaya a mejorar pronto…
En este momento, la situación lejos de mejorar está empeorando, porque a todo esto se une el atraso en el cobro de subvenciones por parte de las comunidades autónomas y la falta de pago de las administraciones públicas como clientes. La situación de tesorería es seriamente grave en muchas comunidades y el aspecto presupuestario también debido a la desaparición del 75% del SMI.
¿Se han sucedido muchos cierres en los CEE?
Pocos CEE han cerrado en la crisis debido a que el sector tenía un compromiso de mantenimiento del empleo, pero también ha habido otra clave y es que, en momentos complicados, todos los CEE de nuestro ámbito, de AFEM, se han sostenido teniendo como paraguas la parte asociativa. Sin embargo, actualmente el riesgo está en ambos frentes, tanto en la parte de empleo, que es la más perjudicada, como en la de los servicios sociales, que empieza a verse también afectada en muchas comunidades autónomas.
En cuanto al empleo, es cierto que se han producido algunas regulaciones de empleo, pero el compromiso del sector y las medidas adoptadas por el Congreso de los Diputados han permitido que la destrucción de puestos no haya sido sustancial. De hecho, si analizamos las cifras de contratación, las personas con discapacidad son el único colectivo que ha generado empleo en los últimos dos años
¿Qué otros aspectos de la estrategia afectan al empleo de las personas con discapacidad intelectual?
Tras el real decreto ley del mes de febrero en el que se traspasan las competencias en materia de políticas activas de empleo a las comunidades autónomas, desde nuestro ámbito y, por supuesto, desde el CERMI, se ha pedido la existencia de un suelo mínimo garantizable para todo el sector. Eso se ha garantizado con la Estrategia, por eso su aprobación es positiva. En ese sentido, el Gobierno ha sido sensible y, con sus más y sus menos y sus momentos de incertidumbre, que han sido muchos, al final ha salido con un suelo mínimo garantizado. Pero sí es cierto que en ese suelo mínimo contemplábamos que se mantuviese la discriminación positiva en el apoyo salarial. De hecho, todos los borradores trabajados con el Ministerio lo incluían. Ha sido una sorpresa.
Ahora hay que empezar a trabajar en el ámbito de las comunidades autónomas, porque una vez aprobada, cada Administración autonómica debe tener su propia normativa de políticas activas. Si se hubiese abordado la modificación estructural, igual no estaríamos en esta situación.
¿Cómo sería el cambio de modelo que usted comentaba sobre los CEE?
Tiene que modificarse el modelo de empleo para las personas con discapacidad y en eso estamos. En los últimos años se han hecho esfuerzos importantes en nuestro ámbito de trabajo, pero además es necesario que vayan acompañados por un cambio en el modelo normativo. En este momento, el modelo de empleo protegido no se ajusta a la realidad y, sobre todo, no se adapta a la problemática que tiene cada una de las personas con discapacidad.
Estamos trabajando desde hace más de un año y hemos organizado varios grupos de trabajo y de reflexión en el ámbito de AFEM, donde estamos dibujando ese nuevo modelo.
En definitiva, el modelo necesita una nueva estructura y definición, ¿cómo sería según AFEM?
Sería un modelo de empleo que garantizaría el acceso de la persona con discapacidad al mercado de trabajo partiendo de un abanico donde se contemplan todas las alternativas de empleo en función de las capacidades y necesidades de la propia persona con discapacidad.
En este momento tenemos un modelo con compartimentos estancos. No hay un camino de ida y vuelta. El nuevo modelo trabajaría con la persona con discapacidad desde la etapa educativa, concibiéndolo como un potencial trabajador y le facilitaría todas las herramientas para que acceda al mercado de trabajo. En ese acceso al mercado laboral, las opciones serían diferentes y habría un camino de ida y vuelta. La persona con discapacidad accedería al mercado de trabajo en función de las posibilidades y de sus propias decisiones personales y tomaría hoy una decisión que mañana podría cambiar. El esquema no sería ir dando los pasos hasta acabar en un punto determinado, sino siguiendo un recorrido personalizado. Habría que adaptarse a su itinerario personalizado en función, evidentemente, de lo que el mercado le permita.
¿Cuáles son las líneas de actividad que han ampliado en los últimos tiempos?
En el comienzo de la crisis se cayeron todas las líneas de actividad vinculadas a los sectores más afectados por la situación económica, como la automoción o la construcción. Parecía que la crisis estaba perjudicando menos a los CEE que se dedicaban al sector servicios. Actualmente, éstos también están muy dañados, sobre todo porque no cobran los trabajos realizados, ya que sus principales clientes son las administraciones públicas y los pagos se retrasan muchísimo. A todo esto hay que añadir también que la Administración pública, debido a sus ajustes presupuestarios, está reduciendo mucho sus contratos.
¿Cómo se reconduce? Con nuevos yacimientos de empleo, con aquellos relacionados con el empleo verde y otras líneas como restauración, catering, hostelería y la parte de servicios auxiliares a la industria, que comienza a remontar.
La pérdida de un trabajo supone, casi siempre, muchas otras pérdidas y más de un drama personal. ¿Qué implica para las personas con discapacidad intelectual perder un trabajo?
Son empleos que se tarda mucho tiempo en conseguir, que aportan mucho valor añadido a la persona. La pérdida de un puesto de trabajo de una persona con discapacidad intelectual requiere un esfuerzo mucho mayor para reconducir la situación y conseguir otro empleo, porque cada cambio supone nuevos apoyos, nueva formación… Además, hay que tener en cuenta que el desempleo es mucho más dramático cuando la alternativa son los servicios sociales. Entras en un círculo complicado, repercute en la familia, en la vida privada…
Desde las organizaciones de AFEM se ha trabajado en los últimos años por garantizar los puestos de trabajo y mantener el empleo. Tendremos que seguir insistiendo en este aspecto y en la defensa de un nuevo modelo de empleo para las personas con discapacidad.
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