viernes, 3 de febrero de 2012

Entrevista a Sir Michael Rutter Presidente del Grupo de Trabajo de Psiquiatría Infanto-Juvenil para el CIE-11


vía itasd

Sir Michael Rutter es autor de más de quinientos artículos de investigación, muchos de ellos sobre el autismo. Su trabajo abarca estudios epidemiológicos en edades tempranas; estudios del autismo utilizando una amplia variedad de técnicas y disciplinas científicas, incluyendo estudios del ADN y neuroimagen; conexión entre investigación y práctica; deprivación; influencia de las familias y escuelas; genética; trastornos de la lectura; factores biológicos y sociales de protección y de riesgo; interacción entre factores biológicos y sociales; estrés; estudios longitudinales, incluyendo experiencias y condiciones de la infancia y de la vida adulta; continuidad y discontinuidad en el desarrollo típico y atípico.


ENTREVISTA DE BIENVENIDA

Gerardo Herrera, presidente de la Fundación Adapta: Usted dirige el grupo de trabajo de Psiquiatría Infanto-Juvenil para el CIE-11, al cargo de la definición del TEA en esa clasificación. Personalmente, ¿prevé importantes diferencias entre las definiciones de TEA del DSM-V y del CIE-11?
Sir Michael Rutter: Actualmente existen diferencias muy importantes entre la propuesta del DSM-5 y la del CIE-11. En general, hay un acuerdo amplio sobre los conceptos globales pero hay muchas dificultades con respecto a los detalles. Estas surgen principalmente porque el DSM-V comienza abordando los criterios de investigación antes que los conceptos, mientras que la OMS sigue justo el proceso inverso. Es decir, el punto de partida para la OMS es la conceptualización clínica y los criterios clínicos. En un punto posterior, desde luego, han de desarrollarse los criterios de investigación, pero esto viene en segundo lugar. Desde mi punto de vista, este es el camino más adecuado.

GH: El TEA es actualmente un trastorno que se define por la conducta de la persona. ¿Estamos muy lejos de contar con marcadores biológicos que puedan ser utilizados para asistir al diagnóstico?
MR: Durante los últimos años ha habido mucho debate acerca de los marcadores biológicos y también debate acerca de si éstos deberían complementar o sustituir a las descripciones conductuales. En estos momentos no existe ningún marcador biológico que pueda ser utilizado a nivel clínico.

GH: Hay algunas tecnologías emergentes que facilitan la medición objetiva de la conducta (seguimiento de la mirada, monitorización de respuestas fisiológicas, imágenes funcionales). ¿Cree que estas u otras tecnologías similares jugarán un papel para apoyar a los expertos clínicos en sus diagnósticos de autismo?
MR: Ciertamente, existen tecnologías emergentes que tienen el potencial de poder asistir en el diagnóstico. Los hallazgos de Ami Klin con las técnicas de seguimiento de la mirada pueden ser un ejemplo de ello y los hallazgos de imágenes funcionales (como los del grupo de investigación londinense dirigido por Mark Johnson) también tienen este potencial. Por el momento, sin embargo, se trata de herramientas de investigación y hay que recorrer cierto camino antes de que se encuentren disponibles para ser utilizadas individualmente en la práctica clínica.

GH: Los números de la prevalencia de TEA han ascendido de forma constante durante los últimos 10 años. ¿Cree usted que este incremento se debe únicamente a los cambios en la sensibilidad clínica y a la mayor concienciación sobre el autismo?
MR: El incremento en los datos de prevalencia de los TEA en parte tiene que ver con una mejora en la sensibilidad clínica y en parte con una ampliación del concepto diagnóstico. Sin embargo no está claro si, independientemente de estos factores, también se ha producido un aumento de la incidencia. Creo que es importante tener la mente abierta a esta posibilidad porque, si se ha producido un verdadero aumento, la implicación podría ser que exista algún factor no genético que esté jugando un papel –probablemente de contribución, en la causa del TEA.

www.itasd.org
GH: ¿Cómo pueden afectar los cambios del DSM y CIE a los datos de prevalencia futura de los TEA?
MR: La propuesta actual del DSM-5 podría suponer una enorme diferencia en las estimaciones de prevalencia de TEA. Los primeros estudios de muestreo con la nueva definición realizados por Fred Volkmar y su grupo han mostrado que la mayoría de los casos de alto funcionamiento (como el Síndrome de Asperger) quedarían excluidos. Existe un artículo sobre esto que se encuentra pendiente de publicación en el Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry. Espero que estos hallazgos lleven a un cambio de propuesta para el DSM-V.

GH: Las tecnologías innovadoras se están utilizando en una amplia variedad de formas para ayudar a las personas con TEA. ¿Existe alguna tecnología en particular que haya encontrado especialmente interesante en el ámbito de la investigación?
MR: No tengo experiencia personal en el uso de tecnologías como parte del tratamiento. Esto se debe a que actualmente estoy poco involucrado en el ámbito de la intervención en general. Sin embargo, me impresionan los resultados preliminares que muestran cómo los robots pueden servir de ayuda. Para las personas con autismo, los robots son suficientemente diferentes de los humanos, de manera que pueden responder a ellos como si fuesen un objeto interesante en vez de entenderlo como una interacción social en vivo. Por otro lado, las similitudes existentes entre los robots mejor diseñados y la interacción humana, puede hacer que el aprendizaje involucrado en la interacción con los robots llegue a generalizarse a la interacción con las personas. Hasta donde yo conozco, los resultados de la investigación en este ámbito se encuentran en un estado preliminar pero parece muy prometedor.

GH: ¿De qué formas cree que se podría utilizar la tecnología en la investigación y práctica del futuro?
MR: El uso de las tecnologías con el autismo se encuentra en un estado muy preliminar y es difícil predecir cómo se desarrollarán las cosas en el futuro. No obstante, los hallazgos preliminares que sugieren que las técnicas de imágenes cerebrales pueden mostrar características que indiquen autismo en edades tan tempranas como los 12-18 meses sugiere que, posiblemente, permitan realizar el diagnóstico en una edad más temprana a la que es actualmente posible en la mayoría de los casos. La investigación en esta área es definitivamente una prioridad pero todavía hay que ver hasta qué punto esto puede ser traducido en algo que se pueda utilizar a nivel clínico. Lo mismo ocurre con el uso de los robots como medio terapéutico.
GH: Muchas gracias por aceptar nuestra invitación para participar en la Conferencia ITASD. Será un gran honor contar con su presencia. ¡Nos vemos en Valencia en Julio de 2012!

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